La historia

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No hace falta elegir la mejor historia, lo que necesitas es pensar en una situación y tenerla lo suficientemente clara como para poder contarla. Después tienes que pensar muy bien cuál fue la oportunidad, el conflicto que hubo en ella, saber con qué tuviste que enfrentarte, qué fue lo que la hizo compleja. En ese punto es importante que pienses en las acciones que tomaste para enfrentar las complicaciones y finalmente hablar de cuál fue el resultado.

Lo que sigue es encontrar la manera de contar la historia, saber qué palabras utilizar para hablar de ella, cuidar cada frase para que al leerla sientas que lo que pensaste y sentiste está escrito en el papel.

Y después vendrá la parte de editarla para que sea contada de la mejor manera que puedas hacerlo.

El resultado no es lo importante, lo importante es empezar a escribir de nuevo, buscar de nuevo una situación para contar y que eso se convierta en otra historia.

975 días para mi 2025

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Hoy estamos exactamente a 975 días de mi cumpleaños número 50.

Al buscar un nombre para este blog intenté encontrar una manera de relacionarlo conmigo y pensé que el año de mi nacimiento junto con el concepto de una libreta podrían representar algo del contenido que pensaba escribir. Después el contenido fue cambiando hasta ser lo que ahora es pero el nombre se quedó.

Hoy, una casualidad numérica salida de una idea para usar un filtro de TikTok me hizo preguntar cuantos días faltaban para mi cumpleaños y la respuesta fue 975.

De alguna manera pareció que el blog, mis próximos 50, TikTok y una cuenta regresiva coincidieron para recuperar a dos viejas amistades, alguien a quien conocí en primaria y alguien a quien conocí m secundaria, ambas con la misma preocupación por nuestro próximo cincuentenario.

Trabajo nocturno

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La inclinación de su lámpara de escritorio hace que la luz me ilumine en el sofá más que a ella. A pesar de que ya son las tres de la mañana, ninguno de los dos puede irse a dormir, ella porque ha estado intentando desde hace varias horas ver el resultado de su estudio y yo porque le dije que la acompañaría hasta que lo lograra. Ambos estamos de mal humor, alguien parece estar actualizando por demasiado tiempo la página y yo no consigo encontrar una serie que mantenga mi interés. Ella toma agua en un vaso y yo tengo un plato de cereal a medio terminar sobre la mesa de la sala, justo al lado de donde dejé la computadora para no tener que estirarme mucho para buscar algo que ver.

En el mismo momento en que ella tiene un ataque de tos, un correo de LinkedIn me ofrece 4 trabajos para los cuales el algoritmo decide que soy apto. Por un momento me atrevo a pensar que puedo aceptar alguno después de renunciar al que tengo y que quizá así pueda volver a trabajar desde casa.

Ella estará dormida cuando me despierte mañana y yo tendré que apurarme para no llegar tarde a la oficina y tener que saludar a todos los que ya estarán ahí hablando del Templo Mayor, sin el cubrebocas puesto e ignorantes de que quizá también yo sea uno más de los positivos asintomáticos.

Pandemia y accionistas

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La pandemia ha hecho que muchas empresas tengan que recortar sus gastos.

Los recortes han hecho que demasiados trabajadores pierdan sus empleos.

La pérdida de trabajo ha limitado los ingresos de las personas.

Los disminución de los ingresos ha impactado negativamente en el consumo.

La reducción en el consumo ha hecho que varias empresas obtengan menos ingresos.

Sin embargo, los accionistas de muchas empresas siguen viendo cómo sus acciones continúan apreciándose.

Sus propios intereses

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“Esta es mi calle, no es para que otros vengan a estacionarse, que se estacionen en otro lado, que los metan a un estacionamiento y que paguen o mejor que ni vengan porque nada más vienen a robar y a dejar las calles bien sucias. Por eso todos los vecinos ponemos estos botes. Y aguas que alguien los mueva porque nos lo agarramos a madrazos y si no, pues nos chingamos el coche, picamos llanta o lo decoramos con fierro. Esta es nuestra calle y no está bien que quieran abusar, está en nuestros derechos, ¿no?”

Así las calles, las ciudades, el país.

Cada quien protegiendo sus intereses en perjuicio de los demás.

Platico con ella y me pregunta qué hago con mi teléfono ahora que borré FB, TW e IG. Le contesto que en una de las dos aplicaciones que más uso leo libros digitales y que en la otra leo un periódico global inglés, que además de eso escucho música y podcasts y contesto mensajes de texto, que casi nunca lo uso para hablar.

Y es en ese momento, al ver su reacción, que pienso que quizá debería volver a descargar esas 3 aplicaciones para no perderme del todo lo que está pasando en su vida de adolescente.

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